Actualmente la ocupación roza el cien por cien y trabajan en torno a 800 personas.
El Parque Científico de la Universidad de Salamanca, en el Campus universitario de Villamayor, está transformando Salamanca. Podemos hacer esta afirmación ahora, cuando estamos rozando el 100% de la ocupación de nuestras instalaciones y más de 800 personas trabajan en el medio centenar de empresas que operan en ellas.
Si la iniciativa empresarial es un buen termómetro para evaluar el estado de la economía y las previsiones a corto plazo, la actividad en el parque invita a pensar que estamos disfrutando de un período de moderado crecimiento, y como somos optimistas por naturaleza creemos que con buenas perspectivas para el futuro. Sólo así puede interpretarse la incorporación de nuevas empresas (más de 20 en los dos últimos años) y el fortalecimiento de las que llevan más tiempo con nosotros.
Conviene tener clara la diferencia entre los parques científicos y tecnológicos y otras infraestructuras de colaboración y transferencia de conocimiento parecidas, como los clusters y las plataformas tecnológicas.
Los clusters son concentraciones geográficas de empresas, universidades e instituciones que comparten intereses en un sector económico y estratégico específico. Mejoran el acceso a proveedores, fomentan la captación de talento y favorecen la eficiencia y la productividad. Las administraciones públicas se encargan de ponerlos en marcha, pero son iniciativas privadas. En Castilla y León hay varios funcionando vinculados a la automoción, las energías renovables y la salud, entre otros.
Por su parte, las plataformas tecnológicas, impulsadas y financiadas por la Unión Europea, tienen una labor más de análisis. Su objetivo es alinear las prioridades de la investigación con las necesidades de la industria en sectores concretos, de forma que su producción es más bien de carácter estratégico.
Abrir espacios en los que se encuentran físicamente organizaciones públicas y privadas, en el que cada actor del sistema se centra en lo que mejor puede aportar en un entorno de innovación abierta (generación de conocimiento, transferencia de tecnología, diseño industrial, formación especializada, producción de bienes y equipos…) supone unos beneficios de los que disfruta el conjunto. Lo llaman círculo virtuoso, porque los esfuerzos se complementan y todos salen ganando.
Los procesos de investigación y desarrollo son muy complejos, y el grado de incertidumbre es extraordinariamente alto. Las pequeñas y medianas empresas, sin capacidad para generar las estructuras internas desde las que desarrollar productos y servicios nuevos o sustancialmente mejorados, tienen que buscar la colaboración con quienes trabajan en el sector de la ciencia y la tecnología. Ahí es donde entran en juego las universidades y los organismos públicos de investigación, poniendo a disposición del sector productivo su trabajo, capacidades y equipamiento.

Organizar esa conexión en un espacio físico tiene muchas ventajas. Se fomenta participación en proyectos conjuntos, en muchas ocasiones a través de consorcios que obtienen financiación de convocatorias competitivas como RIS 3, el Plan Estatal de I+D y Horizonte 2020.
También se produce en los parques lo que se denomina efecto spill over: Las innovaciones obtenidas por una empresas aportan de forma indirecta ventajas a las de su entorno. Surgen nuevas oportunidades que pueden dar lugar a otras colaboraciones y proyectos.
Los parques científicos y tecnológicos tiene la capacidad de integrarse en estructuras más complejas para desarrollar nuevas plataformas de colaboración y desarrollo, como las smart cities, que son el modelo que las ciudades más avanzadas están diseñando para conseguir un crecimiento económico y social vinculado directamente al uso de la tecnología.
La transformación de la que hablaba al comienzo no tiene que ver con el número de empresas instaladas y el empleo, que también. El Parque Científico de la Universidad de Salamanca es la palanca a través de la que impulsar y modernizar el sector productivo de la ciudad y la provincia. No es preciso que las empresas estén instaladas allí para beneficiarse de lo que les ofrece. La colaboración está abierta con todos, a través de lo que las empresas del parque generan (productos y servicios de alto valor añadido intensivos en innovación) y de las posibilidades que aportan los dos centros de investigación que allí trabajan (el de Ciencias Agrarias y el del Láser).

Disponer en la provincia de Salamanca de una infraestructura como el parque ofrece a las empresas la posibilidad de crecer a través de la I+D, fortaleciendo y mejorando sus sistemas de producción, la gestión de sus equipos e instalaciones, la creación y distribución de bienes y servicios innovadores que permitan ganar cuotas de mercado o crear otros nuevos. La Universidad y su Parque están preparados para exportar este modelo de éxito a todos sus campus y estamos trabajando con las instituciones competentes en ello para desarrollar este parque en Ávila, Zamora y Béjar.
Por eso es tan importante conocer su actividad y su potencial. Y por eso también es preciso que las administraciones apoyen el desarrollo de parques como el de la Universidad de Salamanca, que ha sido capaz de consolidarse y crecer en un momento de crisis en el que proyectos similares en otras provincias han tenido que cerrar.
Reportaje publicado por La Gaceta de la Economía el domingo 3 de abril de 2016:
