En el mundo de la tecnología, en el que los cambios se suceden a una velocidad exponencial, un nuevo avance de carácter disruptivo se anuncia para los próximos cuatro años: la conectividad 5G.
Durante mi paso por la Universidad Tecnológica de Malasia (UTM), además de presentar la Universidad de Salamanca y nuestra oferta formativa a nivel de postgrado y doctorado, he impartido varias clases relacionadas con las metodologías de la innovación y algunas tecnologías emergentes, entre otras he hablado del 5D.
El nombre responde a que es la quinta generación de tecnologías de este tipo, y las expectativas respecto a lo que puede aportar a todos los niveles son sencillamente espectaculares.
El 95% de la población mundial vive en zonas donde hay cobertura de telefonía móvil, según la Unión Internacional de Telecomunicaciones, y un 65% puede acceder a una conexión de tercera generación (3G). Si las previsiones no fallan, en el año 2020 ese porcentaje habrá subido al 75%, por lo que unos 5.600 millones de personas estarán en disposición de acceder a Internet desde su teléfono celular.
Si todo va bien, podrán hacerlo a través de la tecnología 5G. ¿Qué supondrá esto para los usuarios? Lo primero y sobre todo, una velocidad de conexión mucho más alta, pasado de los 300 megabits por segundo actuales a entre 7 y 10 gigabits por segundo. También mejorará la calidad de la conexión, rebajando el nivel de latencia (la demora entre que se solicitan los datos y se descargan) a 2 milisegundos, lo que supone 50 veces menos que con la tecnología actual. Además, se reducirá el consumo de energía en los procesos de transferencia. Y, aunque esto no sea percibido directamente por las personas, se usarán frecuencias más altas para las transmisiones, que permitan soportar ese descomunal volumen de información.
Ejemplos prácticos
El impacto que este nuevo estándar va a tener afectará a todo lo que conocemos. Porque con la mejora del sistema se abren nuevas puertas a productos y servicios que ya están descritos o funcionando en versiones iniciales, pero con limitaciones, como el uso de la tecnología wearable. Por utilizar un ejemplo de una actividad sencilla y bastante estandarizada: las videoconferencias y videollamadas. Con la tecnología 5G desaparecerán los problemas que ahora limitan su uso. Adiós a los saltos, a las imágenes congeladas y/o pixeladas.Todo lo que tenga que ver con entornos de realidad virtual y 3D, desde programas de ingeniería hasta las simulaciones y los videojuegos, será accesible en unas condiciones que permitirán su uso masivo y continuo.
En el terreno sanitario las aplicaciones darán a paso a un escenario en el que la telemedicina podrá estandarizarse, y potenciar no solo las consultas a distancia, sino el control en remoto de robots y equipamientos que evitarán desplazamientos y mejorarán la cobertura y la atención.
Hay otro ámbito en el que el uso de la 5G tendrá una acción determinante, como es la movilidad. Los vehículos podrán enviar información en tiempo real sobre su posición, trayectoria y velocidad, incluyendo imágenes, y recibir datos sobre el estado de las vías, el tiempo atmosférico y el tráfico. Esto abre definitivamente las puertas a los vehículos sin conductor, y por otra parte la relación entre las señales y los vehículos pasará de ser pasiva a activa.
Esto supone una auténtica revolución para el desarrollo del Internet de las Cosas (IoT, en sus siglas en inglés). La interconexión entre máquinas ya es una realidad, pero con el 5G adquiere otra dimensión. Como investigador, me interesa especialmente este aspecto, en el que llevamos trabajando varios años dentro del grupo BISITE, concretamente en sistemas multiagente a través de los que redes de robots interactúan entre sí en el desarrollo de acciones complejas. El 5G permitirá rediseñar el trabajo de los robots en las cadenas de montaje, pero también en operativos de búsqueda de personas y cosas, en el control de actividades industriales, la gestión de sistemas de transporte y la distribución de la energía, entre otras.
Cómo hacerlo posible
Para hacer real la tecnología 5G, cientos de equipos de investigadores de universidades, centros tecnológicos y empresas trabajan en todos los frentes, porque los cambios afectan tanto a las compañías de telefonía como a los fabricantes de chips y los gestores de redes.Empresas como Verizon, Nokia y Samsung tienen proyectos avanzados. Huawei ha anunciado una inversión de 600 millones de euros hasta 2018, y se apunta a los Juegos Olímpicos de Invierno de ese mismo año, que se celebrarán en Corea del Sur, como hito en el que poner a prueba la tecnología 5G, de cara a su implementación masiva dos años después.
Naturalmente, todo este proceso no está exento de retos y dificultades. En primer lugar, los fabricantes de chips deben reformar sus productos para que sean capaces de enviar y recibir datos con ese volumen y velocidad, y deben hacerlo sin que ello suponga un incremento notable en los precios. El uso de frecuencias más altas supone que los datos recorrerán distancias más cortas, por lo que será preciso reforzar de manera notable el sistema de antenas y células de transmisión.
También se hace necesario normalizar los sistemas de interfaz, así como la gestión de la información en la nube. Ahí, también, las universidades tenemos un papel importante que jugar a través de la I+D y la colaboración con empresas y organizaciones.Por su parte, las compañías que gestionan las redes deberán fortalecer y reforzar sus sistemas para ser capaces de soportar el tráfico generado.
Y en paralelo a todos estos procesos está la seguridad, como clave para que el 5G no sólo funcione, sino que lo haga de forma robusta y con el mínimo riesgo posible.
El último reto no es menos importante: es preciso que tanto los estados como las organizaciones internacionales tomen las medidas necesarias para evitar que se produzca una fractura tecnológica que impida el acceso a la mayor parte de la población del mundo al 5G, evitando construir un sistema elitista que deje fuera a los ciudadanos con menos recursos. Las ventajas del nuevo sistema deben estar al alcance de todos.